Chachapoyas: La Catarata de Gocta

Según la World Waterfall Database, la catarata de Gocta ocupa, con 771 metros de caída doble, el puesto número 17 en el ranking de altura. Sin embargo, hubo un tiempo que ocupó el puesto número 3, como así atestiguan varios carteles colocados estratégicamente a lo largo del camino. Efectivamente, en el 2006, cuando se llevó a cabo la medición topográfica de Gocta, parece que no existía mucho consenso sobre este tipo de estadísticas y en función de la fuente consultada, la posicionaban en uno u otro puesto.

Obsérvese cómo en la nota de prensa de la BBC del 2006 se usa erróneamente la palabra «descubrimiento». Obviamente Gocta no fue descubierta en 2002 por el «explorador» alemán, puesto que ya era bien conocida por la población local. De hecho, la catarata no se encuentra en un lugar remoto, ni está escondida en al espesura de la selva. Al contrario, se ve claramente desde el poblado de Cocachimba a solo 6 kilómetros de la catarata. Maticemos, pues el acontecimiento no carece de importancia: en el 2006 se midió, se publicó la información y se dio a conocer al mundo, posibilitando su explotación turística. Y así, si queremos información de primera mano, en el punto de control de entrada podemos hablar con Telésforo, natural de Cocachimba, quien, ufano y sonriente, nos cuenta la historia de cómo guió al alemán hasta la base de la catarata para hacer la medición topográfica.

Tras esta breve introducción, vayamos ahora con algunos datos prácticos. Llegar a Cocachimba, el punto desde donde comienza el sendero a Gocta, puede hacerse por libre o en tour organizado. Por libre habría que tomar un colectivo hacia Pedro Ruiz  y avisar para que paren en el desvío a Gocta (5 soles), negociar una mototaxi hasta Cocachimba (5 soles) y una vez allí compra la entrada a la catarata (10 soles). Estoy seguro de que en no mucho tiempo existirá transporte directo entre Chacha y Cocachimba, pero, por el momento, no merece la pena complicarse tanto para pagar casi lo mismo.

Visto lo visto, decidimos contratar el tour en la agencia Explorer, situada en la misma plaza de Armas de Chacha, precio 50 soles por persona que incluye transporte, entrada y almuerzo en Cocachimba. Mis mayores temores a la hora de ir en grupos organizados -no tener tiempo suficiente para disfrutar con calma y no poder caminar a tu aire- son en este caso totalmente infundados. Al tratarse de una caminata algo exigente, cada persona va a su ritmo y la mayor parte del camino estás solo a tu aire, con tiempo más que suficiente para hacer fotos y explorar tranquilamente.

Algunos datos prácticos de la ruta…

La distancia total es de unos 12 kilómetros. En general la ida es más de bajada y la vuelta de subida. Estimo que más o menos tardamos 2:15 a la ida y 2:45 a la vuelta. En el mirador poco antes de llegar final del sendero y en la propia base estuvimos algo más de 1 hora.

El camino está en muy buen estado, quizás algo fangoso en algunos tramos (dependerá mucho de la época del año). La comunidad se encarga del mantenimiento y es normal encontrarse gente limpiando los «desechos» de los caballos.

La ruta es apta para gente con vértigo. Hay que tener en cuenta que, sobre todo la vuelta, es exigente por la pendiente, pero no se trata de nada técnico. La posibilidad de contratar guía con caballos está ahí en cualquier caso.

Por el camino hay algunos puntos donde venden agua y otras cosas básicas, pero mejor traerlo comprado ya de casa. Lo que sí remiendo es parar en uno de los trapiches del camino y disfrutar de un jugo de caña con vistas a la catarata.

Se nota el descenso de altitud con respecto de Chachapoyas y la cercanía con la selva amazónica. Aquí encontramos un entorno con más vegetación, más húmedo y caluroso. Es mejor traer calzado deportivo, ropa ligera y contar con que probablemente acabes mojado a poco que te acerques a la base de la catarata (algo totalmente recomendable, por otro lado). A nosotros no nos hizo falta llevar impermeable, pues nuestro día era caluroso y sin lluvia. Nos mojamos en la cascada pero nos secamos rápido al sol.

Para mí lo mejor de la ruta es que la catarata de Gocta es la auténtica protagonista, porque prácticamente te acompaña durante casi todo el camino. La ves desde el primer momento que bajas del coche, ves cómo cada vez te vas acercando más hasta perder la perspectiva de la primera caída y oyes el ruido ensordecedor del agua al contacto con el suelo cada vez más violento. La base de la catarata forma una pequeña piscina donde dicen que los más valientes se bañan. Nuestro guía nos comentó que en época de lluvias todo el valle está repleto de cascadas y que la piscina se convierte en una laguna.

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